Dios de misericordia y de amor,
ponemos en tus manos amorosas
a nuestros hermanos.
En esta vida
Tú les demostraste tu gran amor;
y ahora que ya están libres
de toda preocupación,
concédeles la felicidad y la paz eterna.
Su vida terrenal ha terminado ya
recíbelos ahora en el paraíso,
en donde ya no habrá dolores,
ni lágrimas ni penas,
sino únicamente paz y alegría con Jesús,
tu Hijo,
y con el Espíritu Santo para Siempre.
Amén.
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